sábado, 7 de junio de 2008

Crónica del V Festival de Cine de Alicante (segunda parte)


Continuamos con la cobertura del Festival, que mañana finaliza con la gala de clausura, en la que se hará entrega de los premios de las Secciones Oficiales, así como del premio "Internacional Alicante", que obtendrá la actriz portuguesa María de Medeiros (será a las 21:30 en el Teatro Principal).

Y lo hacemos hablando de los cortometrajes de imagen real que participan en esta edición, y que se proyectaron en los cines Astoria. Además del primer pase que se celebró el sábado 31 (en el que asistieron los directores), hubo reposiciones el miércoles 4 y el jueves 5 (que fueron a las que asistí yo). En ambos casos el lleno fue casi absoluto, lo que me alegra ya que significa que hay hambre de cine en Alicante. Aquí van los 21 cortos:
  • Alumbramiento, de Eduardo Chapero-Jackson. Insólita e impactante historia en torno a la muerte de un ser querido, contada de una manera tan natural que llega a inquietar al espectador. Mejor corto europeo en Venecia.

  • 18 segundos, de Bruno Zacharías y Miguel López. Una interesante historia de amor en la que intervienen el tiempo y el destino, cuyo final resulta lo suficientemente brutal como para que la voz en off no sea molesta.
  • El hilo de Ariadna, de Luis Mª Ferrández. Relato en el que el amor se cruza en la desgracia de dos personajes, con elementos simbólicos bien utilizados.
  • Corazón de sombras, de Ángel Almazán y Medardo Amor. Extraño corto sobre la incomprensión entre madre e hija cuyas pretensiones visuales desbordan el resultado.
  • Finita la commedia, de Jean Juvet Collette y Olivier Tollet. Producción francesa en blanco y negro. Su humor negro y un diálogo interpretativo genial de los protagonistas lo hacen enorme.
  • Final, de Hugo Martín. Imanol Arias aporta algo de interés a una historia sobre la eutanasia cuya alegórica solución desconcierta.
  • Las horas muertas, de Haritz Zubillaga. Impresionante. Con unos medios escasos el director coloca al espectador en el punto de mira de un misterioso asesino y de paso homenajea a los clásicos del género.
  • Magma, de Vicente Navarro. Una de esas genialidades que de vez en cuando salen a la luz y que sorprenden por su planteamiento sencillo a la vez que atractivo.
  • Perros, de José Miragall. Una producción valenciana de estructura circular tan auténtica como la vida misma.
  • Válido para un baile, de Gaby Beneroso. Una de las pocas veces en que un reparto de lujo se une a una historia interesante y entrañable.
  • Heterosexuales y casados, de Vicente Villanueva. Ácido y paródico retrato de la juventud de los barrios de la periferia.
  • Verano o los defectos de Andrés, de Jorge Torregrosa. Cómo hablar de la fragilidad de las relaciones humanas en mucho menos tiempo de lo que otros lo plantean.
  • Niños que nunca existieron, de David Valero. Excelente y valiente propuesta de un director alicantino en torno a la problemática de los "niños soldado" de Oriente Medio.


  • Mofetas, de Inés Enciso. El tema de la inmigración tratado con soluciones visuales innovadoras.
  • ¡Nena!, de Lluís Segura, o cómo mostrar que la vida puede ser tan sencilla como un juego de niños.
  • Paseo, de Arturo Ruíz. José Sacristán abandera un corto ambientado en la Guerra Civil que juega con el factor sorpresa para contar una historia muy humana.
  • Susurros, de Carlos Castel. Un empresario recurre a una ingeniosa solución para poder despertarse tranquilamente todas las mañanas. Excelente.
  • Traumalogía, de Daniel Sánchez Arévalo. El director de Azul oscuro casi negro nos sorprende con una historia en la que una desgracia hará estallar los conflictos internos de una familia, con un fresco sentido del humor.
  • Taxi?, de Telmo Esnal. Arturo Valls resulta un valor seguro para un corto que parodia las conversaciones que te sueltan los taxistas y hasta dónde pueden llegar.
También participaban Salvador, de Abdelatif Hwidar (Goya al mejor corto de ficción) y Diente por ojo, de Eivin Holmboe, pero no pude verlos porque no los proyectaron en las reposiciones. En general, un nivel altísimo, lo que se notaba en los constantes aplausos del público a la mayoría de las propuestas.

En lo que respecta a las TV Movies nacionales (Club Información), Xavier Manich presentó el martes Alan muere al final de la película, una muy interesante película de corte futurista que nos muestra un futuro no muy lejano en el que se ha logrado controlar de tal manera al ser humano que se ha logrado determinar con exactitud la fecha de su muerte. Excelente dirección para una reflexión desde múltiples ángulos que nunca decae.


También se pudo ver, de Eduard Cortés, El payaso y el Führer, que ha cosechado ya varios premios a nivel internacional. Y no es extrañar, porque su calidad no puede describirse apenas con palabras. El filme, que cuenta la historia real del complicado período que Charlie Rivel tuvo que vivir en los últimos años de la Alemania nazi, no esconde su origen teatral, pero posee una trama mágica, de sabor agridulce, que nos introduce de lleno en el ambiente bélico, a lo que ayudan también sus magníficas interpretaciones. Un ejemplo a seguir en nuestro país.


Finalmente, aunque no pude asistir, se proyectaron L' embrasement, de Philippe Triboit (en la Sección Europea), El espejo, de Álex Sampayo y Paciente 33, de Silvia Quer. Fuera de concurso, en la Sección Cine Solidario, se pudo ver La torre de Babel, de Giovanna Ribes, además de las proyecciones en la playa que ya comentamos.

La película invitada, que clausuró el festival esta noche, fue la italiana Riparo, de Marco Puccioni. Se trata de un drama en el que María de Medeiros y Antonia Liskova viven un romance que se ve afectado por sus diferencias de clase y por la llegada inesperada de un inmigrante que se cuela en sus vidas. Su planteamiento es interesante, pero se echa en falta profundidad en algunos temas y sobran efectismos; lo mejor, sin duda, las interpretaciones.

El lunes comentaremos el palmarés del Festival y lo que haya podido suceder en la gala de clausura. Hasta entonces.

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